Jean Guitton, EL TRABAJO INTELECTUAL. Biblioteca Z, libros recomendados.

guitton el trabajo intelectual portada

Jean GUITTON

EL TRABAJO INTELECCTUAL

RIALP. Madrid, 2000. 155 p.

1- CONTEXTO:

El autor:

Jean Guitton, 1901-1999, filósofo y escritor francés.

Diplomado en filosofía y doctor en letras. Es uno de los grandes pensadores cristianos del siglo XX, Fue el único laico en participar en el Concilio Vaticano II.

Fue profesor en enseñanza secundaria y de universidad, llego a ser académico de la Academia francesa.

Durante la segunda guerra mundial estuvo encarcelado como prisionero de guerra.

El contexto de la obra:

La primera edición francesa es de 1951, Guitton ya es una persona de reconocido prestigio intelectual. Ha vivido la experiencia de una guerra y su cautiverio. Es un profesor, de gran vocación que vuelca ese amor a sus alumnos en las páginas de este libro. Su formación cristiana esta también patente en el mismo sin complejos. 

Desde una posición de humildad y respeto, presenta esta obra como una serie de consejos prácticos para el estudiante o el intelectual. Esta escrita en primera persona, aspecto que la hace más cercana.

La obra está dividida en un prólogo y XXI capítulos, siendo el último una carta abierta a un joven de su tiempo.

2- CONTENIDO:

Prólogo:

Define el espíritu de la obra, queriendo ser una especie de guía o brújula en el pensamiento intelectual, tanto para alumnos desorientados como a personas con curiosidad intelectual. Pero no desde un carácter dogmático “la experiencia del saber es incomunicable y cada uno debe despellejarse en sus propios espinos” (p. 14), sino desde una visión, que cada lector ha de hacer suya. Nos habla de sus experiencias y reflexiones sobre el trabajo intelectual visto desde diferentes perspectivas, como la atención, los descansos, el estilo…

I Mirando trabajar a los demás.

Comienza con una reflexión sobre la privación de medios, sobre la soledad, que han sido para mucha gente un catalizador para concentrase en lo importante. Aquí hace referencia explícita a su etapa de preso de guerra.

Afirma citando a Aristóteles, que se aprende solo lo que se puede enseñar (p. 18).

Trata sobre la difícil pedagogía del trabajo intelectual desde una visión abstracta del mismo. Reivindica que es fantástico el ver como se aprende viendo hacer a otros, desde su experiencia militar habla de lo bueno del trabajo en grupo, y de lo poco diferentes que somos en el fondo en la manera de aprender.

Desde la visión de profesor, nos dice cuan alejados están los métodos de enseñanza del ideal, ya que muchas veces apagan el espíritu de aprendizaje, buscando apagar el espíritu del niño con reglas y disciplinas.

Aquí alaga el trabajo artístico, define que los artistas y arquitectos tienen una forma de pensar más liberada, son expertos en divagar, pero malos en concretar.

II La preparación del trabajo.

Lo primero es conocerse a uno mismo, desde la propia visión de cada uno, es desde dónde avanzamos intelectualmente. No es más importante la grandeza del tema como la visión que podemos dar de él, pone ejemplos de Goethe (p. 36) y de Proust (37) vuelve a poner al artista como ejemplo “es chocante que los retratos que un pintor ha hecho de personajes tan diferentes se parecen misteriosamente entre ellos (p.36).

Diferencia entre tareas y fases, las fases de descanso y concentración han ser plenas, no valen ni medios descansos ni medio concentraciones, este capítulo también tiene alusiones al mundo militar.

Hay que huir del trabajo monótono tan propio de burócratas y estudiantes. (p.39)

Aquí vuelve al principio, cada uno tiene sus tiempos, y no unos son mejores que otros.

Sobre los espacios y los seres pone varios ejemplos, que nutren esa idea de que cada uno tiene sus necesidades, Víctor Hugo y Rilke, (p. 42) Ruskin (p. 43).

Vuelve a la idea de la carencia de medios como algo positivo y que debemos lanzarnos al trabajo sin excusas ya que si esperamos a que todo esté listo, no empezaremos nunca.

“Las condiciones más favorables no son siempre las mejores, tanto derrocha el hombre lo que posee en abundancia” (p.45).

Alternar ocupaciones, despeja la mente, a esta idea recurrirá más veces, “Una ocupación regular, que no exige una excesiva tensión, pero que obliga a hacer gestos sin aplicar a ello su alma, (…) les sirve a muchos de apoyo al descanso para el trabajo de la mente”

III El esfuerzo profundo.

Hay que huir de la procrastinación, “no hay nada previo al esfuerzo o al amor” (p. 47).  Habla del vaivén entre el hecho y la idea. La mente se acomoda a estar en uno de esos dos planos, que debe condensar en el concepto de idea encarnada en un hecho.

El trabajo intelectual consiste en avanzar plasmando “de modo que a medida que se va hablando se va conociendo cada vez mejor lo que se ha querido decir” (p.49)

Buscar fisuras en los razonamientos hace avanzar el trabajo, este es otro aspecto clave y complejo, pero imposible de realizar sino tenemos nada plasmado.

IV El monstruo y su descanso.

Se refiera al monstruo como aquello que crece en tu mente precedido de un esfuerzo. Un conjunto de ideas, de conceptos que se clarifican en un momento de descanso.

Un trabajo a veces como decía Víctor Hugo, solo se mejora empezando uno nuevo (p. 64) y afirma que puede ser la razón por la que Miguel Ángel dejara tantas figuras dormidas (p.65)

V La puesta en orden de nuestros pensamientos.

Claro que divagar es muy creativo y bello, pero sin una fecha de entrega, sin una necesidad acusante, muchas de las grandes obras serian eso que veíamos antes, monstruos en letargo. Aquí pone como ejemplo a Pascal, que murió antes de poner en orden todas sus notas. Él se vio liberado de este trabajo de recopilación final. Propone, que llegado el momento hagamos como sus editores, agrupar las notas por “archipiélagos, aglomeraciones de pensamientos” (p.69)

La doctrina del párrafo es una buena metodología, concentrar las ideas, decir cada vez una cosa, no querer contarlo todo de golpe, es más, nos habla de repetir como proceso mental, “un profesor de lengua me decía que consideraba que los niños sabían una palabra cuando la habían olvidado y vuelto a aprender nueve veces”. (p. 73) No habla sobe pedantería, sino sobre los ritmos de aprendizaje y también con el estilo que veremos más adelante. Y plantea este ritmo:

“Se dice lo que se va a decir.

Se ha dicho

Se dice que se ha dicho.” (p. 74)

Sin duda un capítulo ameno y con consejos interesantes.

“Hay que callarse cuando no se tiene nada que decir que valga la pena. (…) El silencio del que se priva de hablar es un silencio instructivo y sonoro” (p. 82)

VI La lectura como enriquecimiento de sí mismo.

Debemos ser selectivos en lo que leemos, no debemos sentirnos abrumados por la imposibilidad de leer todo lo posible, reseñas como esta pueden ser de gran valor para acercarnos a una obra. Todos los libros citando a YM. Lavelle, tienen material aglomerante.

Hace una distinción en tres tipos de libros, los de cabecera, la novela y la historia, los libros de verdad pura y los libros de religión. Los de cabecera, son aquellos que nos sirven de pilar, los que nos acompañan siempre, da igual se relean o no muchas veces, lo importante es saber que están hay. La novela y la historia son con los que empatizamos, nos vemos en ellos reflejados, pero mantenemos una distancia. Los libros de verdad pura, serán los de ciencias, aquellos en los que nos despreocupamos de lo intangible. Curiosamente afirma que no hay conocimiento más caduco que el basado en la constatación de hechos, frente a la poesía y la filosofía que no envejecen (p. 92) y finalmente los libros de religión, que para los creyentes será verdad revelada, pero que también son útiles para los que no tienen fe en cuanto a ser como una cosmogonía, fusión de todos los saberes y haceres. Aquí referencia, como la Biblia, el libro de religión más importante en la cultura occidental, aglutina todos los estilos en uno.

VII Gérmenes y residuos.

“Después de una iluminación, siempre pasajera, hay que recoger los restos” (p. 95). Todas esas notas, todos esos pensamientos que han quedado a un lado en la ordenación del trabajo son de una gran riqueza. Son fuentes de nuevos trabajos. Por eso habla de la importancia de recoger todas esas notas, todas esas ideas que pueden relacionarse con pensamientos nuevos.

VIII Fichas, notas y clases.

Aunque a priori podría parecer el menos interesante desde una perspectiva actual, (recordemos que es una obra de 1951, a día de hoy han pasado 71 años) es un capítulo que nos esclarece en cómo debemos ordenar nuestras notas.

Es evidente que la forma actual de guardar fichas y referencias difiere mucho de guardar fichas en cajas de cartón. Pero aquí Guitton nos dice como organizarlas y que debemos guardar en cada una de ellas.

Nos propone varios ejemplos, desde unos más dogmáticos y férreos a otros más libres, eso existe hoy también. Él nos recomienda, como veíamos al principio, que usemos el que más se parezca a nosotros, pero que lo hagamos. La referencia de fecha, lugar o momento/situación en la que realizamos una ficha es un consejo que me quedo personalmente.

También hace una interesante reflexión sobre la metodología docente sobre como tomar apunes o dar clases, ya que no se pueden realizar las dos acciones con plenitud a la vez. Propone formas de enseñar repitiendo y analiza las prácticas del momento como el dictado que hoy nos chocarían.

IX La escritura y el estilo.

Buscar la forma de gustar, pero no ser un esclavo de ello, a veces es necesario oscurecer un texto para hacernos entrar en un trace intelectual, pero sin caer en el reduccionismo de que algo por el hecho de ser oscuro es mejor. Propone varios ejemplos para que nosotros podamos elegir y justifica por qué no es ideal escribir como se habla.

La escritura y el estilo han de favorecer el estado de concentración o relajación necesario en cada texto y eso depende en gran medida de cada persona. Hay que conocer las normas para poder romperlas desde la libertad.

X El trabajo de fatiga y de sufrimiento.

El trabajado intelectual, nos dice, es el que menos necesita de la salud, esto no quiere decir que debamos enfermar para hacer una tesis doctoral o pintar un cuadro. El trabajador intelectual necesita la capacidad para no distraerse, algo que puede ser más fácil en una situación de precariedad.

No hay avance intelectual sin esfuerzo.

XI Fragmentos de una carta a un joven de este tiempo.

Una amable carta al lector en la que le anima a la perseverancia, la confianza en uno mismo, búsqueda de amor por lo verdadero unido a una bella reflexión sobre el aprendizaje.

3- CONCLUSIÓN:

Es una obra de amable lectura que ayuda a aclarar ideas sobre el trabajo intelectual. Reflexiona sobre la manera de trabajar la mente humana y da consejos prácticos de gran utilidad, aunque algunos parezcan obsoletos debido a la irrupción de herramientas digitales, solo es en la forma y no el fondo.

Similar a otros trabajos de este tipo, como el de Eco, Cómo se hace una tesis, este aporta metodologías para ordenar el pensamiento y la concentración.

Hace numerosas alusiones a su experiencia como militar, preso y docente. Está ilustrado con muchos ejemplos y citas y hace alusiones directas al sistema formativo francés.

Un libro muy interesante para complementar con otros sobre metodologías, lo bueno que te sentirás identificado en muchos aspectos, lo cual relaja ante el abismo de saltar a la página en blanco.

Lo recomiendo como libro para alternar con el trabajo intelectual, para como dice Guitton, despejar la mente.

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